jueves, 24 de enero de 2013

Poesía del Antiguo Egipto: Textos de los Sarcófagos CT 1130 y CT 1031



      "Palabras dichas por Aquél-Cuyos-Nombres-Están-Ocultos, el Señor de todas las cosas, tal como Él habla frente a aquellos que silencian la tempestad, cuando (el dios Sol) navega (saliendo) de su corte: 

¡Paz para todos vosotros! Quiero repetirte a ti todas aquellas buenas cosas --aquellos dones-- que mi corazón concedió desde el interior de los anillos de la serpiente (Apopis, serpiente que simboliza los vagos e indefinidos peligros que acechan en el mundo; Lichtheim, vol. I, pág. 133), para así evitar las luchas y destrucciones. Concedí cuatro dones desde las puertas del Paíz de la Luz:


'He creado los Cuatro Vientos (de los cuatro puntos cardinales) para que cada hombre pueda respirarlos en el momento de su vida. Éste es el primero de mis beneficios.'

'He creado la gran inundación para que el pobre pueda beneficiarse tanto como el rico. Éste es mi segundo beneficio.'

'He creado cada hombre semejante a su compañero; jamás le he ordenado hacer el mal. Son sus corazones los que desobedecen aquello que les dije. Éste es mi tercer don.'

'He hecho que sus corazones no olviden el Occidente para que las ofrendas sagradas puedan ser hechas a los dioses de sus regiones.
Éste es mi cuarto beneficio.'

'He creado a los dioses de mi sudor y a los hombres de las lágrimas de mi ojo.'


(Habla el difunto):

Resplandezco y seré considerado cada día como dignatario del Señor de todas las cosas, habiendo dado satisfacción --estando en paz-- con el (dios) del Corazón-Fatigado [Osiris].

He navegado con rectitud en mi barca; ¡soy el señor de la eternidad cruzando los cielos!


No estoy espantado en mis miembros pues Hu y Hike destrozarán para mí cualquier ser maligno. 


Veré el País de la Luz y permaneceré en él. Juzgaré al pobre y al lleno de riqueza. Haré lo mismo para los que hacen el mal pues mía es la vida y yo soy su señor y el cetro no podrá serme arrebatado.


Han transcurrido un millón de años al costado de El-Del-Corazón-Fatigado, el Hijo de Geb, morando con Él en un lugar mientras las colinas vienen a ser ciudades y las ciudades finalmente viene[n] a ser de nuevo colinas, ¡pues las moradas acaban por destruir las moradas!





Soy el Señor de la Llama que vive en verdad; Señor de la eternidad, creador de alegría contra el que ningún gusano podrá rebelarse. 

Soy aquel que está en su santuario, señor de la destrucción, el que destruye las tormentas; aquél que arroja afuera las serpientes de innumerables nombres cuando sale de su santuario. 


Soy el Señor de los Vientos, el que anuncia el viento del norte, aquel viento que, en boca de la divina Enéada, es rico en nombres.


Soy el Señor del País de la Luz, creador de la luz; soy aquél que alumbra los cielos con su belleza.


¡Yo soy dios, con su mismo nombre! ¡Abridme paso, para que pueda ver a Nun y Amun! Pues yo soy aquel espíritu preparado para atravesar por entre los guardianes. Ellos no se atreven a hablar, por temor a Aquél-Cuyo-Nombre-Está-Escondido, a Aquél que está dentro de mi cuerpo. ¡Yo conozco y no ignoro nada de Él! ¡Estoy preparado y por necesidad abriré las puertas de la mansión!





Pues cualquier persona que conozca este conjuro --estas palabras-, vendrá a ser como Ra --poseerá la esencia de Ra-- en el cielo oriental; vendrá a ser como Osiris --poseerá la esencia de Osiris-- en el mundo inferior, --en el mundo de las tinieblas--. ¡Él podrá descender hasta el círculo de fuego sin que las llamas puedan dañarle!"



Tomado de: Josep Soler (ed.). (1993). Poesía y teatro del Antiguo Egipto. Una selección. Madrid: Etnos. 

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