"En diversos países se han descubierto cadáveres conservados de forma natural o artificial, en los que la desecación (por secado o deshidratación) de los tejidos ha evitado su putrefacción. Generalmente estos cadáveres reciben el nombre de 'momia', aunque en un primer momento este término se aplicara exclusivamente a los cuerpos conservados de forma artificial por los antiguos egipcios. La palabra momia deriva del término persa o árabe mumia, que significa 'brea' o 'betún'; originalmente hacía referencia a una sustancia negra parecida al asfalto que podía encontrarse en la 'Montaña de la Momia' en Persia. Este material, al que se le atribuían en esa región propiedades curativas, era muy preciado como remedio de muchos males. La demanda cada vez mayor de este producto, superior a la oferta, haría que al final se buscara una fuente alternativa, y, como los cuerpos conservados del antiguo Egipto suelen tener aspecto negruzco, se creyó que poseían propiedades similares a la mumia; por ese motivo serían utilizados como ingrediente medicinal durante la Edad Media y en épocas posteriores (tras la conquista de Egipto por parte de los árabes a mediados del siglo VII). Así empezó el término mumia o 'momia' a aplicarse a esos cadáveres, costumbre que se ha perpetuado hasta nuestros días". (cf. Bedford, 2003).
En Egipto, la combinación de los aspectos climatológico y ambiental, así como las creencias y las prácticas religiosas del pueblo, conducirían en un primer momento a una conservación no premeditada del cuerpo del difunto, y posteriormente a la verdadera momificación. "Debido a la escasez de tierra cultivable disponible, los primeros egipcios optaron por enterrar a sus muertos en tumbas de fosa poco profundas excavadas en las zonas limítrofes del desierto, donde el calor del sol y la aridez de la arena desecaban los tejidos del cuerpo antes de que pudieran descomponerse. Estas condiciones naturales darían lugar a una óptima conservación de los cadáveres; con frecuencia conservan la piel y el pelo, y el rostro del difunto mantiene cierto parecido con el que debía de tener en vida". ( Bedford, 2003) "Eso permitía que se conservaran durante mucho tiempo, pero eran pasto de los chacales y otros animales carroñeros. El hecho de que los chacales fueran animales sagrados y que le enseñasen al difunto el camino al Mundo Subterráneo no debió de servir de consuelo a la realeza, que quería llegar al mundo de Osiris de cuerpo entero. De manera que empezaron a construir tumbas cerradas donde sus cuerpos permanecieran a salvo. El asunto es que una vez apartados de la arena, los cuerpos empezaban a corromperse, y tuvieron que buscar la manera de que el cuerpo se conservara el mayor tiempo posible. Como sucedía en la arena, lo más práctico era la desecación, a la que acabó por añadirse la extracción de los órganos más fácilmente corruptibles, es decir, las vísceras blandas y el cerebro.
La técnica de la momificación empezó a practicarse entre la realeza, luego se extendió a la nobleza y más tarde, de un modo más sencillo, a las clases populares, que acabaron incluso momificando a sus animales de compañía.
El proceso físico incluía la extracción de órganos, la aplicación de sustancias balsámicas que ayudaban a la conservación, la desecación con sales de sodio y la momificación propiamente dicha, que consistía en envolver el cadáver con vendas impregnadas de resina. Acompañando a la momificación se celebraban ciertos rituales, por ejemplo, la lectura de textos que habían de ayudar al difunto en el Más Allá, y la ceremonia de apertura de la boca, que empezó realizándose sobre estatuas y que a partir del Imperio Nuevo se hizo con las momias. También en el Imperio Nuevo, se maquillaba y añadía cabello a los reyes difuntos, de ahí que la amarra de proa de la barca solar se llamara 'Cabellos de Isis', que Anubis sujeta con su habilidad de embalsamador" (Lambert, 2004).
El proceso de embalsamamiento
"Herodoto dejó escrito el proceso de la momificación en los últimos tiempos del Antiguo Egipto:
'Cuando un hombre importante muere, todas las mujeres de la familia se cubren la cara y la cabeza con barro. Luego, todos los parientes cogen el muerto y recorren la villa lamentándose con los vestidos bajados hasta la cintura, mostrando los pechos. Los hombres también se lamentan, y se abren los vestidos de la misma manera. Una vez hecho esto, llevan el cuerpo a los embalsamadores. Se trata de hombres que tienen ese único trabajo, y son los únicos que saben hacerlo. Mientras preparan los restos mortales, muestran a los parientes modelos realizados en madera con el rostro pintado del difunto.
Entonces, le explican a los parientes las tres maneras de embalsamar un cadáver. La primera es un secreto y no puede revelar el nombre del sacerdote que la llevará a cabo. La segunda manera no es tan perfecta como la primera pero es más económica. La tercera es la más barata. Luego le preguntan a los parientes cómo desean preparar los restos. Los parientes, una vez decidido el monto de los gastos, se van y dejan a los expertos solos.
Si han elegido la técnica más elaborada, extraen primero el cerebro por medio de un gancho de metal, a través de los orificios nasales, e inyectan varias sustancias en su lugar. Luego, con un cuchillo de piedra etíope afilado, hacen una abertura en el costado, cerca de la cadera, extraen los intestinos (en realidad, el estómago, los intestinos, el hígado y los pulmones, todas las vísceras), y los guardan en los Vasos Canopos, limpian el abdomen y lo enjuagan con vino de palma y especias. Enseguida rellenan el abdomen con mirra pura machacada y otras esencias olorosas a excepción del incienso, y, a continuación, cosen el ano. Después, colocan el cuerpo en salitre (o natrón, en realidad una mezcla de carbonato y nitrato de sodio) durante setenta días, el tiempo previsto en el embalsamamiento (el tiempo que tardaba la estrella Sirio en volver a emerger por el horizonte). Pasados los setenta días lavan el cuerpo y lo envuelven completamente con bandas estrechas de lino embadurnadas de almáciga, sustancia que los egipcios utilizan como cola. Luego entregan el cuerpo a los parientes, que ya tienen una figura de madera abierta dentro de la cual sitúan el cuerpo que cerrarán y conservarán en un sarcófago apoyado contra un muro. Esta es la forma más cara (en este caso, también le colocan una máscara de madera con sus rasgos pintados en ella).
Para los que eligen la forma intermedia, menos cara, los embalsamadores utilizan aceite de cedro, con el que rellenan el abdomen del cadáver, sin practicar ninguna incisión y sin quitar los intestinos, sino que inyectan el líquido por el ano con una jeringa y se aseguran de que no se salga. Enseguida, embalsaman el cuerpo durante el número de días prescritos. El último día, dejan salir el aceite que habían inyectado. Este aceite es tan fuerte que se lleva con él los intestinos disueltos. La carne es consumida por el salitre de tal manera que no queda más que la piel y los huesos. Los embalsamadores entregan el cuerpo a la familia sin nada más que hacer.
El tercer método lo eligen los pobres. En este caso, los embalsamadores limpian el abdomen con una lavativa, embalsaman el cuerpo en el salitre durante setenta días y lo entregan a la familia. Los cuerpos de las esposas de los hombres importantes y de las mujeres de una cierta reputación o de una gran belleza no son inmediatamente confiados a los embalsamadores. Se quedan tres o cuatro días en la familia para evitar que los embalsamadores se tomen la libertad de tener con ellos relaciones carnales.'
Herodoto no habla del proceso de la apertura de la boca, ni siquiera explica que entre las vendas se colocan amuletos y papiros con fórmulas mágicas para ayudar al difunto en el otro mundo. Entre las curiosidades de este proceso está la momia de Tutankamón, que tenía el miembro viril erecto entre las vendas, o la de Ramsés II, que carecía de él.
Entre las barbaridades realizadas en siglos posteriores con las abundantes momias, estuvo el utilizarlas como combustible, debido a la facilidad con que ardían al estar impregnadas de resinas y aceites muy inflamables. En la Edad Media se venderieron desmenuzadas como parte de ungüentos y pomadas para todo tipo de males.
No sólo se momificaba a las personas o a los gatos, sino a toda clase de animales considerados sagrados. Eso incluye que la desecación se aplicaba a cocodrilos, escarabajos, carneros, gansos, perros, ranas, toros, ratas, vacas, babuinos, hipopótamos, otro sinfín de bestias y cientos de miles, sino millones, de ibis sagrados, como los hallados en Tuna el-Gebel, cerca de Hermópolis". ( Lambert, 2004).
Ann Rosalie David explica que "Aunque conllevaba diversos estadios, los dos pasos cruciales para detener la descomposición del cuerpo eran la extracción de vísceras y la deshidratación de los tejidos. Los órganos internos solían extraerse de las cavidades torácica y abdominal mediante una incisión practicada en el lado izquierdo del abdomen; en algunos casos, los cuerpos no eran eviscerados, y en otros la extracción de esos órganos se realizaba a través del ano. Una vez extraídas, las vísceras eran deshidratadas con natrón y se colocaban en Vasos canopos o se envolvían en cuatro paquetes que eran colocados de nuevo en las cavidades corporales; en algunos casos, se envolvían todos los órganos en un gran paquete que era depositado sobre las piernas de la momia. Normalmente se dejaba el corazón en su sitio, tal vez porque se consideraba que este órgano era el depositario de la inteligencia y la energía vital del individuo. El cerebro, al que no se le daba importancia, era extraído y desechado.
Una vez evisceradas, las cavidades del cuerpo eran lavadas con vino de palma especiado y a continuación se procedía a su llenado con una mezcla de natrón seco, resina de goma y sustancias vegetales. Entonces se dejaba que el cuerpo siguiera su proceso de deshidratación durante un período de hasta cuarenta días. El natrón (carbonato de sodio hidratado, Na2CO210
H2O), la principal sustancia utilizada para la conservación del cadáver, se encuentra en el árido valle del desierto llamado Wadi Natrun; está compuesto de carbonato de sodio y bicarbonato sódico y contiene algunas impurezas naturales. Ha habido disparidad de opiniones acerca de la utilización del natrón, la sal (cloruro de sodio) o la cal (carbonato de calcio) como principal agente deshidratador en el proceso de momificación de los egipcios, y también han surgido numerosas controversias relacionadas con el posible empleo del natrón en una solución líquida (en agua) o en estado sólido. Pero el texto griego que describe ese proceso y los experimentos modernos llevados a cabo en los tejidos momificados han confirmado en la actualidad que el natrón seco, que es con el que se obtienen mejores resultados, fue seguramente el utilizado para envolver a las momias.
Una vez completada la deshidratación, se extraía de las cavidades corporales el material de relleno utilizado durante el proceso, que era sustituido por un relleno definitivo y a veces también por los paquetes de vísceras. A continuación se cerraba la incisión practicada en el abdomen, se taponaban los agujeros de la nariz con resina o cera y se ungía el cadáver con diversos aceites y resinas de goma, que tal vez contribuyeran a prevenir o retrasar el ataque de insectos y a encubrir los malos olores de la descomposición que se podía haber producido durante el proceso de momificación. Estos estadios eran, sin embargo, fundamentalmente cosméticos y apenas tenían ningún efecto a la hora de evitar la putrefacción de los tejidos. Luego los embalsamadores envolvían a la momia con varias capas de venda de lino, entre las que colocaban amuletos sagrados para repeler todo tipo de males y peligros. Acto seguido, se vertía sobre la momia y el ataúd una sustancia de resina líquida o semilíquida. Para terminar, el embalsamador entregaba el sarcófago con la momia a los familiares del difunto para que pudieran dar inicio a los preparativos del funeral y el enterramiento." (Ann Rosalie David, citada en Bedford, 2003).
David, con respecto a la extracción del cerebro, aclara: "El embalsamador introducía a través de las fosas nasales y el hueso etmoides un gancho metálico hasta la cavidad craneal, y reducía el cerebro a fragmentos que extraía con una espátula. En algunos casos, alcanzaba la cavidad craneal desde la base del cráneo o una órbita trepanada (la cuenca del ojo). Por lo general, resultaba imposible conseguir la extracción total del cerebro y siempre quedaba algo de tejido dentro del cráneo. Antes de acabar el proceso de momificación se llenaba la cavidad craneal vaciada con tiras de lino impregnadas de resina, y en algunos casos se vertía en su interior resina líquida."
La misma autora explica la innovación arriba señalada en torno a los rellenos de las momias a partir de la Dinastía XVIII y que se perfecciona en la Dinastía XXI cuando "los Sacerdotes empezarían a utilizar rellenos subcutáneos no sólo en las momias reales, sino en las de todos aquellos individuos capaces de correr con los gastos que comportaba un proceso tan largo. A través de una incisión practicada en un costado, rellenaban las cavidades del cuerpo con serrín, manteca, lino y barro, y también solían colocar en su interior los cuatro paquetes de vísceras en lugar de despositarlos en los vasos canopos. Mediante unas pequeñas incisiones practicadas en la piel, también introducían materiales subcutáneos, y a través de la boca rellenaban el cuello y el rostro. De este modo, los embalsamadores intentaban conservar en la medida de lo posible la silueta original del difunto, para hacer que la momia tuviera un aspecto más vivo. A menudo colocaban ojos artificiales en las órbitas oculares; pintaban la piel con ocre rojo (en el caso de los varones) y amarillo (en el caso de las mujeres), y entrelazaban trenzas y bucles postizos en el pelo del difunto. Todos estos preparativos, de elevado coste económico y para los que era necesaria la dedicación de mucho tiempo, desaparecerían después de la Dinastía XXIII." (David, citada por Bedford, 2003).
Breve historia de la momificación
"Las primeras momificaciones con remoción de vísceras datan de la distanía IV. En el Museo de El Cairo se guardan las vísceras en tarros de la reina Heteferes, madre de Keops, constructor de la gran pirámide. No obstante, el ritual de los Vasos Canopos se desarrolla durante el Imperio Medio, y la extracción del cerebro no se produce hasta el Imperio Nuevo, época en que también se añaden cabellos humanos a los cadáveres, en la cabeza y en las cejas. Poco a poco, se desarrolla el proceso de embellecimiento del difunto con cosméticos.
Durante la dinastía XXV se introduce la adición de materiales dentro del cuerpo para que una vez desecado no aparezca literalmente contraído sobre los huesos. A la esposa de Nodjmet, un importante sacerdote de Amón, le introdujeron saquitos de arena para darle forma a los pulmones, le colocaron ojos de piedra y le rellenaron la cara a través de la boca.
La momificación se continuó realizando hasta la invasión árabe (640 d.C.), pero los métodos se perdieron a partir del siglo III d.C. y durante los últimos siglos los cristianos coptos la realizaron de manera imperfecta." (cf. Lambert, 2004).
Tomado de: Lambert, Teodoro G. (2004). Diccionario de los dioses y mitos del antiguo Egipto. Barcelona: Océano; Bedford, Donald B (ed.). (2003). Hablan los dioses. Diccionario de la religión egipcia. Barcelona: Crítica.
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