jueves, 24 de enero de 2013

Mitos hindúes: 1.º Avatar de Vishnú: MATSYA, el Pez



       "El relato más antiguo de lo que más tarde se consideró como una encarnación de Vishnú, se encuentra en la Satapatha Brahmana. Se apreciará que aunque en este pasaje se describe a un pez maravilloso, no se menciona que haya sido una encarnación de ninguno de los dioses. El Mahabharata dice que Brahma asumió esa forma, mientras que los Puranas enseñan que el pez del que aquí se habla era Vishnú. Esta transferencia de situaciones de una deidad a otra no debe causarnos sorpresa; basta con recordar que con frecuencia se declara que todos los dioses son sólo distintas formas del Ser Supremo. 'Adivértase que el Manu al que nos referimos aquí, es considerado como el progenitor de la raza humana y se le representa propiciando al Ser Supremo, mediante su devoción, en una era de depravación universal'. (Wilkins, 1998).

Susana Ávila señala que en "el período Satya Yuga, Vishnú se transformó en pez bajo el nombre de Matsyâvatâra (matsya = pez). El pez es el más bajo de los vertebrados, si bien se trata del animal sagrado por antonomasia: en Egipto fue un pez quien sacó de las aguas a la diosa Isis, en la antigua Grecia fue elevado con la categoría de una constelación y más tarde sería el símbolo del primitivo cristianismo en Roma.  Una de las versiones míticas de este episodio del avatar de Vishnú en forma de piez dice que Nirriti, dios de los genios funestos, había enviado al râkshasa (o demonio) Hayagrîva para que robara los cuatro libros sagrados Vedas aprovechando el sueño de Brahma. Así lo hizo el demonio y las gentes de la Tierra, al encontrarse sin la ayuda de la palabra sagrada, olvidaron las buenas costumbres y se dieron al desenfreno. Escandalizados los dioses, trataron de buscar una solución al problema presentándolo ante el divino Vishnú, quien les aconsejó que enviaran un diluvio sobre la Tierra para purificarla. Cuando los dioses le objetaron que esa decisión extinguiría a todo el género humano, Vishnú dijo que él salvaría a aquél que haya conservado el dharma o ley cósmica moral. Resultó que el único que había mantenido el dharma había sido el rey Satvavrata, el 7.º Manu. (cf. Ávila, 1999; y Schuhmacher y Woerner, 1993).


Veamos cómo el Śatapatha Brāmaṇa, del Yájur-veda blanco, prosigue la narración de este mito: 

      "Por la mañana, llevaron a Manu el agua para las abluciones, igual que la llevaban para lavarse las manos. Cuando se estaba lavando, un pez se deslizó entre sus manos y dijo: 'Cuida de mí y yo te salvaré'. '¿De qué me salvarás?' 'Un diluvio se llevará a todas estas criaturas; yo te salvaré de ello.' '¿Cómo debo cuidarte?' 'Mientras somos minúsculos', dijo el pez, 'nuestra destrucción es grande, pues el pez se traga al pez. Cuídame al principio en una olla, y cuando sea más grande que la zanja, entonces llévame al océano, pues entonces estaré más allá de la destrucción'. 
El pez creció continuamente hasta convertise en una jhaṣa, pues éste llegar a ser el más grande. Dijo: 'En un cierto año, vendrá el diluvio. Entonces tú construirás una barca y vendrás a mí, y cuando la inundación avance, entrarás en la barca y yo te salvaré de ella.' Manu lo cuidó de esta manera y lo llevó al océano. Y el mismo año que el pez había indicado, construyó una barca y fue a él, y cuando la inundación avanzó entró en la barca. El pez nadó hasta él y él sujetó la cuerda de la barca al cuerno del pez, y con él navegó hasta llegar a la montaña del norte. 'Te he salvado', dijo el pez. 'Amarra la barca a un árbol, pero no dejes que el agua te aísle cuando estés en la montaña; cuando el agua descienda, baja tú también.' Y él fue bajando de esta manera, y por eso esa ladera de la montaña del norte es conocida como el Descender de Manu. La inundación arrastró a todas las demás criaturas, y sólo Manu permaneció aquí." (Doniger O'Flaherty, 2004). 

Ávila (1999) señala que, al final del mito, ya bajo su forma divina, Vishnú le dijo al patriarca: 

"- Tú eres Manu (manush = hombre). A partir de este momento te llamarás Vaivasvata. Aquí tienes los libros sagrados que debes conocer y hacer que conozcan todos tus descendientes.
- Pero, ¿cómo tendré yo sucesores? --inquirió el rey. 
En ese instante, de las ofrendas preparadas para el sacrificio surgió milagrosamente una mujer que tomó el nombre de Ilâ. La tradición cuenta que Vaivasvata se transformó en caballo e Ilâ en yegua, luego él en toro y ella en vaca y así sucesivamente para dar lugar a todo el reino animal. Finalmente tuvieron un hijo humano, Ikshvâku, fundador de la noble estirpe a la perteneció el príncipe Râma."  
 La narración del Mahabharata sobre este episodio mítico ha sido traducido en versos por Monier Williams como sigue: 

"Surcando el océano en esa magnífica nave, nació el señor de los hombres, Navegando sobre sus encrespadas olas y rugientes aguas; el vergelSacudido en todas direcciones por vientos violentos, bailaba en la superficie de las profundidadesBalanceándose y estremeciéndose como una mujer bebida. No se divisaba tierra por ninguna parte.Ni en el horizonte lejano, ni en las profundidades: por doquierSe entendían las inundantes aguas salvajes, la atmósfera cubierta de nubes y el cielo infinito. Y ahora que todo el mundo había sido inundado, no quedaba sobre las aguas, Más que Manu y los siete sabios y el pez que conducía la nave.Incansable, durante años y años el pez impulsaba la nave sobreLa tumultuosa agua, hasta que por fin, la dejó descansar en la cumbre De Himavan; luego, sonriendo suavemente, el pez se dirigió de este modo al sabio: 'Apresúrate ahora a atar el barco a este alto risco. Conóceme a mí el Señor de todos,El Gran Creador Brahma, poderoso entre poderosos, omnipotentePor mí, en forma de pez, has sido salvado de esta terrible emergencia. De Manu será producida toda la creación de dioses, asuras y hombres; Por él, todo el mundo será creado, tanto lo que tiene movimiento como lo inmóvil.

Las narraciones de los otros Puranas coinciden con la del Bhagavata Purana en lo principal; algunas están más condensadas que otras. La del Matsya Purana es considerablemente más extensa que las otras versiones. "Como fue un pez el que guió la nave en la que fue salvado Manu, se dice que Vishnu dictó en esta misma forma la totalidad de este Purana. Todos los Puranas coinciden en considerar a este pez como una encarnación de Vishnu y no de Brahma." (Wilkins, 1998). 

A continuación compartimos la versión de este mito, siguiendo el Matsya Purana

"En tiempos pasados, un rey llamado Manu, hijo del sol, practicaba intensamente el ascetismo y pacientemente cedió el reino a su hijo, Dotado con todas las cualidades del alma, igualmente indiferente a la tristeza y la alegría, el héroe alcanzó el yoga supremo en un lugar solitario en las cadenas de montañas Malaya. Cuando hubo pasado un milllón de años, Brahmā, el que se sienta en un loto, se sintió complacido y quiso concederle un don, diciendo: 'Elige un don'. El rey se inclinó ante el Abuelo y dijo: 'Sólo existe un don insuperable que deseo de ti: ser capaz de proteger a la multitud de todos los seres, móviles e inmóviles, cuando se produzca la disolución.' El alma de todo consintió en esto y desapareció. Entonces, una gran lluvia de flores cayó desde el cielo enviada por los dioses. 
Cierto día, cuando estaba realizando en su ermita la libación que deleita a los antepasados, en un pez śapharī entró en sus manos junto con el agua. Cuando el rey, que estaba lleno de compasión, vio ese pez, se preocupó de protegerlo en una vasija con agua durante un día y una noche, hasta que tuvo la forma de un pez de dieciséis dedos de largo. Entonces el pez gritó: '¡Sálvame! ¡Sálvame!, y él trasladó la criatura del agua a una tinaja, e incluso dentro de la tinaja creció hasta tres manos durante una noche. De nuevo el pez dijo al hijo del dios de mil rayos, con un gemido de tristeza: '¡Sálvame! ¡Sálvame! He venido a buscar refugio en ti.' Entonces el hijo del sol puso al pez en un pozo, y cuando el pez no podía ya encajar ni siquiera en ese pozo, lo llevó a un lago inmenso; pero siguió creciendo hasta la anchura de una legua, y de nuevo gritó con tristeza: '¡Sálvame! ¡Sálvame! Oh el mejor de los reyes'. 

Entonces Manu lo arrojó al Ganges, y cuando siguió creciendo, el señor de la tierra lo arrojó al océano. Pero cuando el pez se hubo extendido por todo el océano, Manu se asustó y dijo: '¿Quién eres tú'? ¿Un señor de los demonios? ¿O eres Vāsudeva? ¿Quién más podría ser así? ¿Quién puede tener un cuerpo de veinte mil leguas? Te he reconocido en tu forma de pez, Keśava; pero me estás agotando. Homenaje a ti, Hīkeśa, señor del universo, morada del universo.'
Entonces el señor Viṇu que entusiasma a los hombres, que había tomado la forma de pez, dijo: '¡Bravo, bravo! Me has reconocido correctamente, y has mantenido sin falta tu promesa. En breve tiempo, la tierra quedará sumergida en el agua con todas sus montañas, árboles y casas. Esta barca ha sido hecha para la reunión de todos los dioses para proteger la reunión de las grandes almas vivas, oh señor de la tierra. A los nacidos del sudor, los nacidos de huevos, o del agua, y aquellas criaturas vivas que mudan de piel, ponlos a todos en esta barca y sálvalos, pues no tienen protector. Y cuando tu barca sea azotada por los vientos que soplan al final de la Edad, amarra la barca a mi cuerpo, oh rey, señor de los reyes, señor de la tierra. Al final de la disolución, tú serás el Prajāpati de todo el universo, móvil e inmóvil. De este modo, al principio de la Edad Kṛta, tú serás el rey firme, omnisciente, el jefe supremo del período de Manu, adorado incluso por los dioses'. 


Entonces Manu preguntó al Castigador de Madhu: 'Oh señor, ¿cuántos años durará el intervalo de destrucción final? ¿Y cómo protegeré a las criaturas, oh señor, Castigador de Madhu? ¿Y cómo me uniré contigo de nuevo?' El pez contestó: 'Desde hoy, habrá una sequía sobre la tierra que durará cien años, escaseará el alimento y abundará la desgracia. Entonces, siete rayos crueles destruirán a aquellas pocas criaturas que todavía queden, y siete veces siete rayos harán llover carbones ardientes. El fuego de la yegua submarina se transformará al final de la Edad, y un fuego venenoso será disparado de su boca contraída, saliendo del infierno; y un fuego surgirá del tercer ojo de la frente de Bhava, quemando y agitando el triple universo, gran sabio. Y cuando toda la tierra haya sido reducida a cenizas de este modo, el cielo se calentará por el vapor. Entonces el universo, con sus dioses y constelaciones, será totalmente destruido. Las siete nubes del día del Juicio Final, Remolino, Rugido Espantoso, Cubo, Feroz, Grulla, Bandera del Rayo y Rojo Sangre, estas nubes nacidas del sudor de Agni inundarán la tierra; los océanos se agitarán y todo se reunirá, y todo lo de los tres universos será un solo océano.
Coge, entonces, esta barca de los Vedas y pon en ella las esencias y semillas de todas las criaturas vivas; y atando la cuerda como te he enseñado, amarra la barca a mi cuerno, y serás protegido por mi majestad.
Sólo tú quedarás, cuando hasta los dioses hayan sido quemados. La luna y el sol, Brāhma y yo, junto con los cuatro Protectores del Mundo, el santo río Narmandā, el gran sabio Mārkaḍeya, Bhava, los Vedas y los Purāṇas y las ciencias subsidiarias, todos permanecerán contigo durante el intervalo de destrucción de la era de Manu Cākṣuṣa, cuando todo sea un solo océano. Yo te proclamaré los Vedas al principio de la creación, oh señor de la tierra, calentador de los enemigos.' Entonces el señor desapareció, y Manu practicó hasta que se produjo la inundación final tal como se había predicho. Cuando llegó el momento tal como había sido anunciado en la forma de un pez cornudo, y una serpiente en la forma de una cuerda llegó junto a Manu. Entonces el sabio que conocía el dharma reunió a todas las criaturas y las puso en la barca, y mediante la técnica del atado sujetó la barca al cuerno del pez con la cuerda que era una serpiente; lo acercó a Viṇu, el Excitador, y se postró ante él." (Doniger O'Flaherty, 2004)



Tomado de: W. J. Wilkins. (1998). Mitología hindú. Védica y puránica. Barcelona: Edicomunicación; Wendy Doniger O'Flaherty (ed.). (2004). Mitos hindúes. Madrid: Siruela; Susana Ávila. (1999). Mitología de la India. Mítica y mística. Madrid: Miraguano; y Stephan Schuhmacher y Gert Woerner (comps.). (1993). Diccionario de la sabiduría oriental. Budismo, hinduismo, taoísmo, zen. Bacelona: Paidós. 
  

No hay comentarios.: