"El País de Ba está al sureste, un territorio cuyo fundador fue Houzhao, quien descendía de Chengli. Éste a su vez, descendía de Xianniao, que era hijo de Taihao (el Emperador Azul)." El patriarca Ba, elegido por sus hijos y nietos, reinaba en la País de Ba. (cf. Libro de los montes y los mares, y Nota de Zhang Shuzui a Las familias hereditarias).
En Las familias hereditarias, texto reconstruido por Quin Jiamo, se dice que "Los ancestros del Señor de los Graneros descendían del chamán Yan. Vivían en la parte más septentrional del País de Ba los pueblos del sur, que recibían el nombre conjunto de los Man y estaban constituidos en principio por cinco tribus: los Ba, los Fan, los Shen, los Xiang y los Zheng, todas ellas provenían de los montes Wuluo Tongli, en los que había dos grandes cuevas, roja la una y negra la otra. Mientras que Ba y sus descendientes habían nacido en el interior de la roja, los otros cuatro patriarcas y sus prosapias eran de la negra, y tanto los unos como los otros obraban según el dictado de los Espíritus y las Deidades en los tiempos en que carecían de un cabeza de tribu.
Linjun recibía por aquel entonces el sobrenombre de Wuxiang. En determinado momento, aquellas cinco tribus quisieron competir con las deidades, de modo que resolvieron elegir de jefe a aquel que fuera capaz de lanzar una espada contra una roca y dejarla en ella clavada. Sólo Wuxiang, el patriarca de los Ba, la dejó clavada en la roca, lo que arrancó gritos de admiración entre los presentes.
Después se dispuso que subirían a una barca hecha de tierra y se echarían al agua tras haber tallado ideogramas en ella: quien pudiera mantenerse a flote sería elegido Señor. Los de cuatro de las tribus se fueron al fondo, quedando a flote solamente Wuxiang, quien fue elegido al punto y unánimemente Señor de los Graneros.
El Señor de los Graneros se echó luego a navegar en la barca de tierra por el río Yi hasta arribar a la parte norte de un río --el Yan-- que tenía una deidad femenina.
- Peces da este río Yan y vasta es este zona --le dijo ésta al Señor de los Graneros--. ¿No podrías permanecer aquí a vivir conmigo?
Linjun no accedió.
Viendo la deidad del Yan que no podía afincarse con él, al amanecer del día siguiente se metamorfoseó en un insecto volador y fue a unirse a más insectos voladores con los que, formando un gran enjambre, ahogó por completo la luz que daba el sol, sumiendo al mundo entero en la negra oscuridad durante diez días y dejando al Señor de los Granderos sin saber dónde estaba el oriente y dónde el occidente durante siete días con sus siete noches.
El Señor de los Graneros despachó entonces hombres a que le regalasen a la deidad del río Yan cintas de color verde y le transmitieran el mensaje siguiente: 'Son para atárselas alrededor de la cabeza, regalo de nuestro señor y expresión de que os considera unida a él hasta la muerte. Ruega las aceptéis.'
La deidad del Yan aceptó las cintas y se las puso en la cabeza. El Señor de los Graneros subió a una parte alta del valle de Yangshi y, en cuanto divisó el verde de las cintas, comenzó a dispararle flechas; acertó de pleno.
En cuanto murió la deidad, empezó a abrir el día."
Por otra parte, el Libro de la dinastía Jin, en sus 'Notas sobre Li Tezai' relata que "El Señor de los Graneros, en cierta ocasión, fue en su barca de tierra río abajo hasta llegar a las murallas de Yi. Al ver que los muros eran de piedra y la orilla del río presentaba entrantes y salientes con zigzagueantes riachuelos y riadas de agua, creyó que tenía como cuevas. 'Yo que de pequeño salí de una cueva', se dijo el Señor de los Graneros sorprendido, '¿podría hoy meterme en otra'?.
Al punto, aquella orilla que tenía más de dieciocho metros de alto se derrumbó y él pudo subir como si por unas escaleras se tratase hasta la parte alta de la orilla; allí descubrió una piedra plana de unos diez metros de ancho por ocho y medio de largo; se sentó en ella para descansar; luego tomó trozos de bambú y los fue clavando alrededor, pegados al borde de la piedra para calcular sus dimensiones totales. Y al lado de la piedra hizo una ciudad, en la que se quedó a vivir y en la que proliferaron, andando el tiempo, sus descendientes, que formarían tribus diversas."
Tomado de: Gabriel García-Noblejas Sánchez-Cendal (ed.). (2004). Mitología clásica china. Madrid: Trotta y Edicions de la Universitat de Barcelona.
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