"Hace mucho tiempo había una anciana que siguió a su marido para vivir en las tierras bajas del Delta. La vida discurría fácil para el viejo matrimonio en aquel lugar, más fácil que de donde procedían y gozaban del agua fresca de las marismas y la brisa marina que barría incesantemente su nueva casa. El nombre de la anciana era Yahuhi.
Conforme pasó el tiempo, la mujer sintió una extraña transformación en todo su cuerpo. En primer lugar sus ojos comenzaron a abrirse de forma que podía ver bien de nuevo. Luego desaparecieron las arrugas de su rostro y su cuerpo comenzó a tomar la forma del de una joven y su piel a aparecer juvenil y sana. Incluso la voz de la anciana cambió para tornarse la voz de una joven doncella y empezó a cantar de felicidad por su recuperada juventud.
El esposo de la mujer estaba igualmente sorprendido ante la transformación y comenzaba a preguntarse la causa de la misma.
'He cambiado porque mi cuerpo estaba expuesto al aire fresco del norte' — dijo la mujer. 'Quedémonos aquí para siempre'.
Un día el hombre dijo a su joven esposa que tenía que abandonar la casa por un breve tiempo. Quería ir al conuco y trabajar algo en él.
'Muy bien', dijo la mujer. 'Te haré la comida y te esperaré. Pero no te demores más de lo que dices.'
Pasó el tiempo y el hombre no volvió en el período que había fijado. Mientras su esposa esperaba, vio que un joven bien parecido se acercaba a la casa, procedente del norte. Él la saludó con amabilidad y le preguntó adónde había ido su esposo. 'Se ha ido al conuco y se ha demorado', dijo ella.
Así que el visitante se aprovechó de la ausencia del esposo y sedujo a la juvenil mujer. Cuando el esposo llegó por fin, el seductor había dejado hacía tiempo la casa, pero éste notó que algo iba mal. Interrogando a su esposa, ella terminó por confesar que un joven la había visitado y seducido durante su ausencia. Dijo que era culpa de él por dejarla sola.
Esto provocó la furia del viejo. Preparó una soga y azotó a la pobre mujer tan despiadadamente que las marcas cubrieron su cuerpo de pies a cabeza.
Pasaron los días y la mujer parecía estar muy enferma. No podía dormir ni comer por el dolor y por fin, murió.
Palma Temiche o Manicaria Saccifera Gaertn |
Como no había gente en los alrededores que pudiera ayudar al viejo a enterrar a su esposa, aquél ató el cadáver a un poste en posición de pie. Parecía como si la mujer estuviera allí con vida. E incluso cuando pasó una luna llena el cuerpo de la mujer estaba allí luciendo juvenil e incorrupto.
Los frutos de la palma Temiche o Manicaria Saccifera Gaertn |
Sin embargo, después de esto, la mujer comenzó a transformarse en un árbol. El esposo la dejó y la miró por última vez y vio que la mujer se había convertido en una palmera temiche. Se dijo a sí mismo: 'Cuando los Warao vengan a habitar esta tierra, llamarán a esta palmera yawuhi, porque ése era su nombre cuando era una mujer.'"
Tomado de: Fray Cesáreo de Armellada y Carmela Bentivenga de Napolitano (eds.) (1991). Literaturas indígenas venezolanas. Visión panorámica actual de las literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana.
2 comentarios:
interesante...me interesa mucho este tema...saludos
Gracias a ti por visitar y disfrutar de este blog. ¡Siempre bienvenida! Un abrazo.
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