martes, 22 de octubre de 2013

Mitos venezolanos: Waraos: Un indio que hacía curiaras se convirtió en bongo y su mujer en tigre




"Dentro de un gran morichal había una ranchería numerosa. Uno de los hombres, que era constructor de curiaras, le dijo a su mujer: Yo me voy, espérame unos veinte días. 'Jocoji guarao isaca ecu, ma guakau'. 

El hombre cogió su hacha y su machete y se fue al monte, donde tumbó un árbol llamado 'dijaru', parecido al cachicamo. Hizo la curiara y al terminarla, regresó a casa.

Cuando llegó, su mujer que estaba disgustada por la tardanza, le dijo: ¿Dónde estuviste tanto tiempo? Estuve haciendo un bongo (Guajimoana), respondió el marido. La mujer continuó increpando al hombre, porque la había tenido tantos días muerta de hambre; pues durante ese tiempo los otros indios no le habían querido dar nada de comida. 

Después que estuvieron tranquilos, le dijo el indio a la mujer: Seisa miquí; nauquí, ma guajimoana yata. Ea; vámonos a ver mi bongo. Se fueron los dos. En el mismo camino encontraron un morrocoy. El hombre dijo a su mujer: 'Guasi nisanu; nisaitane aisiko naru.' Coge ese morrocoy y llévalo contigo.

Cuando la mujer cogió el morrocoy se apoderó de ella un gran temor y empezó a dar gritos. El hombre había andado tan aprisa que ya la había perdido de vista; pero al oírla gritar le dijo: No llores, no tengas miedo. Ella, sin embargo, seguía gritando. Cuando el hombre llegó al bongo tropezó y cayó. 'Naruyakore dau jataja teraja sakane nakae'. 


La mujer venía llegando y preguntaba: ¿Dónde está el bongo? Pero como el hombre se había caído, ni ella lo veía ni él contestaba. Entonces la mujer se acercó más y vio que su marido se estaba convirtiendo en tronco. Entonces ella se acercó corriendo a su marido y le dijo: ¿Por qué te conviertes en bongo y no me quieres hablar? 'Iji catukane namonía dau akabajutane? El contestó: 'Dau akabajutane namonía dau makojatubuae kuare'. Me convierto en tronco, porque así me lo ha mandado el Jebu. Al decir esto ya quedó el hombre convertido en bongo definitivamente. 


La mujer al verse sola, dijo: Pues yo me convertiré en tigre. 



El jaguar o yaguar es el tigre americano


Apenas dijo esto se marchó corriendo y llegó a una laguna y se zambulló en el agua. Al zumbarse, dijo: Ya no tengo compañero y por eso me convertiré en tigre. Cuando salió del pozo ya era un tigre perfecto.

Tomó el camino de la casa de donde había salido; pero antes de llegar le salió al encuentro un perro bravo ladrando. Ella agarró ese perro y lo llevó a donde estaba su marido convertido en tronco. El perro no quiso comer nada de lo que allí había, sino que se tiró al río y se ahogó. 


La india desde entonces anda por el monte sola, pero convertida en tigre."








Tomado de: Fray Cesáreo de Armellada y Carmela Bentivenga de Napolitano (eds.). (1991). Literaturas indígenas venezolanas. Visión panorámica actual de las literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana. 

Mitos venezolanos: Waraos: Kororomani (El Génesis Warao)




"A un cierto hombre llamado Kororomani le gustaba talar campos. Una mujer fue con él como esposa, dejando a su primer esposo por esta circunstancia; pero porque a ella le gustaba hablar con otros hombres, Kororomani la despachó. 

La hermana de esa mujer vino entonces a Kororomani como esposa; él la amó y conservó, y ella cocinó para él y le dio la comida y él fue a dormir en la casa del padre de ella. Al día siguiente él se la llevó a su propia casa. Entonces su padre vino en la oscura noche, pero no a la casa donde su hija se estaba alojando al mismo tiempo. 

Ya Kororomani tenía dos botellas, una que hacía día y otra, noche. El dio éstas a su suegro, quien al conseguirlas regresó a su casa.

En el camino, un pájaro-tigre trató de arrebatarle las botellas. Él lo rechazó y continuó con las botellas, pero el pájaro-tigre volvió y logró quitarle la botella de la noche de la que él quitó el corcho. Era plena noche. Cuando Kororomani vio la oscuridad, supo lo que había pasado y fue a reunirse con su suegro, tomando diez botellas en las cuales él recogió toda la oscuridad. El preguntó a su suegro por qué dejó que el pájaro tomara la botella y el viejo no respondió. 

Mientras que Kororomani estaba recogiendo la oscuridad y antes que hubiera terminado, el suegro descorchó la botella del día para conseguir un poco de luz con el fin de ver lo que ellos estaban haciendo. Pero cuando toda la noche estuvo embotellada, él destapó la botella del día porque la noche se había terminado. 

Pero el pájaro-tigre era un hombre que se había disfrazado como pájaro cuando vio al hombre venir. 

Así, Kororomani y su suegro se fueron a sus respectivas casas. Kororomani a su casa en la alta colina sobre el mundo de entonces y el suegro, a la llanura. 


Un pájaro llegó a un árbol cerca de la casa de Kororomani y él disparó su flecha, pero no le acertó y la flecha cayó cerca de su casa; pero no obstante, él no pudo hallarla. Cuando erró el tiro, su suegra barrió todo el terreno de aquel lado de la casa y, mientras ella estaba barriendo, encontró la flecha enterrada en el piso hasta una pulgada de su mango. 

Y Kororomani vino y la sacó, pero la arena inundó el hueco que la flecha había hecho, y el hueco creció tan grande que él podía ver a través de él la casa de su suegro, debajo, y el hueco creció más todavía. 

Kororomani lanzó una cuerda a través de la cual todavía alcanzó el más bajo mundo y por él descendió al terreno mucho más abajo de la casa de su suegra; y él fue y encontró cochinos silvestres y acures y toda clase de animales que no estaban en las montañas, a pesar de que él comía casabe solamente. 

Habiendo visto la cacería, él regresó a su casa y contó a su esposa que había abundancia de carne y que deberían ir allá, y lo hicieron. 

Y una mujer en el cerro, que estaba en estado avanzado de embarazo, descendió como toda la gente, pero quedó atascada en la mitad del túnel y obstruyó la vía para los otros; ellos tomaron un bastón y trataron de empujarla, pero fallaron y fue dejada en lo alto y se adhirió allí y llegó a ser la estrella de la mañana. 

Entre los que quedaron detrás estaba el Piaman (Warao: Wisidaty) y él envió dos espíritus malos para matar la gente de abajo, y cuando ellos estuvieran muertos, él conseguiría sus espíritus volvieran a las montañas. Y si él no hubiera sido dejado allá, no habría existido ninguna muerte sobre la tierra.

Kororomani no encontró agua en el mundo inferior y ellos cavaron hoyos pequeños. Manó un poco de agua, pero cuando trataron de beberla, desapareció otra vez.

Wisidatu o wisidaty warao

Pero el pájaro Killicow era un hombre y ellos lo mandaron a buscar agua, y a medida que él buscaba, encontró una raíz grande, en torno de la cual había poquito de agua sobre hojas, y él recogió las gotas y fue y les dijo que él había hecho un pequeño arroyo; pero ellos vinieron y lo encontraron seco.

Después mandaron al hombre Korokoro (ave zancuda marrón), quien prometió hallar agua y les dijo que ellos debían pelear con él y entonces él les traería agua a ellos. 

Cuando ellos pelearon dijeron: 'Tú eres un pajarito sucio y comes gusanos y tienes plumas azules y una cabeza pelada'. 

Y así llovió y hubo una inundación; y ellos bebieron, se bañaron y durmieron; y cuando despertaron, había salido el sol y el agua se había secado.


Corocora  roja

Y en otra casa oyeron a un hombre haciendo sonar una flauta. Lo llamaron Torosidu (el tordo, zorzal) (porque los pájaros todos eran gente entonces). Y cuando él (Kororomani) vino, Torosidu le preguntó qué quería y él respondió: 'Mi querido amigo, ayúdame, porque estoy en necesidad', y Torosidu le preguntó: '¿Qué es ello?', y Kororomani respondió: 'Quiero agua'; y Torosidu llevó a Kororomani al sitio y vio el gran mar dando vueltas y las arenas blancas. Y así fue como se hizo el mar. 

Kororomani tenía dos hermanas, Wirimando y Torobinako, y cuando Kororomani se fue a talar y a limpiar el bosque para hacer un sembrado, en el camino prohibió a sus hermanas bañarse en el amplio mar, y les mostró una laguna pequeña para bañarse, porque el mar era un lugar para él y no para ellas; a pesar de eso, ambas se fueron al mar a bañarse; y la hermana más joven le dijo a la mayor que si ellas lo hacían desobedecían a su hermano, pero la mayor se quitó la ropa y se bañó en el mar. Mientras ella estaba nadando, se sostuvo sobre un trozo de madera que sobresalía del agua y entonces vio una cantidad de hombres blancos nadando detrás de ella y riendo y ella estaba avergonzada y nadó hacia la playa y estando asustada se puso la ropa y se fue a casa con su hermana. Dos noches más tarde, ella se encontró que estaba embarazada. 

Tres días más tarde se fue a sacar yuca y mientras iba, nació el niño y fue un varón. En el momento él disparó a una cantidad de pájaros con una flecha invisible, porque él era un Hebu (espíritu malo). Cuando su madre regresó, él se fue con ella, pero nadie lo vio porque él regresó al vientre de su madre. Cinco días más tarde (el vientre de la madre continuaba aumentando) ella fue a buscar yuca otra vez y entonces el niño salió y disparó a más pájaros, y el nombre del niño era Quanari, y él tenía muchas rayas en el cuerpo. Esto ocurrió muchas veces mientras ella iba al campo y siempre regresaba trayendo caza y una vez trajo un acure de regreso, frutas de los árboles y otro pájaro. Por eso Kororomani mandó a su hermano a vigilarla en los campos y ver cómo ella conseguía toda su caza y fruta y él la vio acercarse a un árbol frutal (Mimusops globosa) y una gran serpiente salió de su vientre y se subió al árbol y allí se convirtió en un hombre y la llamó: 'Madre, hay mucha fruta aquí' y él sacudió el árbol y la fruta cayó. Pero los pájaros vieron al hermano de Kororomani y empezaron a volar alrededor y Wirimando llamó a su hijo que se bajara, pero él le dijo que no podía mientras hubiera tanta fruta y siguió sacudiendo el árbol; pero el hermano todavía estaba escondido y él vio que el hombre del árbol volvió a la forma de culebra y al sitio de donde él vino (el vientre de Wirimando). 

Mientras Wirimando recogió la fruta, su hermano regresó e informó a Kororomani que Wirimando tenía una cosa espantosa dentro de su vientre. 

Quizá uno de los episodios del mito
aluda al árbol del níspero

Mientras ella salió casi diariamente, Kororomani ordenó a su hermano hacer flechas y ellos tardaron un día en hacerlas. Y Wirimando preguntó a sus hermanos para qué ellos hacían las flechas. Al día siguiente ella salió otra vez y sus hermanos la siguieron. Otra vez ella fue al árbol frutal y la misma cosa sucedió como antes, y los pájaros otra vez dieron aviso y ella pidió al hombre-serpiente que bajara. Él regresó a la forma de serpiente y bajó del árbol y mientras bajaba los hermanos le dispararon flechas. Mientras ellos le disparaban, su madre huyó y la serpiente atravesada con las flechas cayó muerta sobre el terreno. Entonces la gente (los Waraos) tomaron  machetes y la cortaron en pedacitos y esparcieron los pedacitos de carne por todo el país y algunos los enterraron. 

Pero Wirimando vino y recogió los pedazos y los cubrió con hojas de yuca y otras hojas y permaneció allí llorando día y noche por tres días y luego se fue a su casa. Cuatro días más tarde ella visitó los restos y se quedó seis días regresando a casa con su cabello peinado y sus mejores vestidos. Pero de la carne hedionda de la serpiente salieron gusanos y éstos se transformaron en gente, mientras Wirimando dormía en el matorral. Uno de éstos fue un muchachito quien lloraba continuamente por carne, pero cuando ella se la daba, él no la comía. 


Ahora Kororomani tuvo un hijo y Wirimando dijo: 'como Kororomani mató a mi hijo, yo le daré su hijo a este niño, porque él está siempre llorando por carne.' Tres días más tarde, ella trajo el hijito de Kororomani al matorral y lo mató y se lo dio al muchachito y él se lo comió. 

Tres días más tarde, Kororomani fue a la casa donde estaba Wirimando a reclamar su niño, pero encontró que todas las hamacas estaban vacías y todos se habían ido; pero vio muchas ollas grandes volteadas, debajo de una de ellas halló una olla de pimienta y en ella, la cabeza, manos y pies de su niño y por eso él regresó y fabricó flechas para disparar a esta gente, es decir, a los hombres y mujeres que salieron de los gusanos del hijo de Wirimando. Kororomani, junto con su hermano, mataron a Wirimando y a toda la gente que allí había y entonces se fueron a su casa." 






Tomado de: Fray Cesáreo de Armellada y Carmela Bentivenga de Napolitano (eds.). (1991). Literaturas indígenas venezolanas. Visión panorámica actual de las literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana. 

Mitos venezolanos: Waraos: Jecunu. El fuego. Su origen





   "Aguajabara. JECUNU EQUIDA, JOCOJI AJERAGUAITU. Al principio no había fuego; en cambio el sol era abrasador y con él preparaban los indios la YURUMA y asaban el pescado. 

      Pero descubrieron que en una ranchería había una vieja que en la noche, cuando dormía, ponía debajo del chinchorro un carbón encendido. 

      Una noche un indio intentó cogerle ese tizón a la vieja y para ello se fue caminando poco a poco a donde ella estaba acostada. Cuando ya se lo iba a coger, la vieja se dio cuenta, se levantó, cogió el tizón y lo tragó. 

      El indio dejó tranquila a la vieja y a la noche siguiente intentó nuevamente cogerle el tizón, pero tampoco lo pudo conseguir. Esa vieja tragaba el tizón y llevaba el fuego dentro de ella. 

      Un día salieron casi todos los indios de la ranchería a buscar la fruta llamada "MUJI". Regresaron cargados de esa sabrosa fruta y le dieron parte a la vieja que se había quedado en casa. Como ella nunca la había comido, al probarla decía: Qué fruta tan sabrosa; ¿por qué no me traéis más? Dijéronle los indios; esa fruta es muy escasa; ven con nosotros otro día a buscarla. 

      Al poco tiempo volvieron al monte los indios a buscar la fruta y la vieja también fue con ellos. Llegaron al árbol que la produce y el indio que se subió arriba le dijo a la vieja: Ponte debajo del árbol para que cuando yo tire las frutas puedas coger en abundancia. Subió el indio más arriba y la vieja se puso debajo del árbol, en espera de la fruta tan sabrosa. El árbol le cayó encima a la vieja. Como era tan pesado, al aplastarla, la vieja se reventó y salió de ella una gran LLAMARADA. 

      Este fuego que salió de la vieja es diferente a todos los demás. Todos los otros fuegos se apagan; pero el fuego que sacan los indios del palo "jimareju" ese nunca se apaga, porque es el fuego que salió de esa vieja. De esa manera los guaraos tuvieron fuego. 



Tomado de: Fray Cesáreo de Armellada y Carmen Bentivenga de Napolitano (1991). Literaturas indígenas venezolanas. Visión panorámica actual de las literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila.