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jueves, 17 de enero de 2013

El Imaginario Egipcio: el AJ






      El término Aj suele traducirse como "espíritu". Es el resultado de la unión del ba y el ka, dos elementos del ser humano imprescindibles para su supervivencia después de la muerte. Ninguno de estos conceptos es de fácil comprensión en la actualidad, pero forman parte de la esencia divina del individuo. El ka es el principio vital, el soplo de la vida insuflado por los dioses. Algunos autores sugieren que podría albergar la personalidad, o los rasgos de la personalidad, hasta el punto de considerar que la raíz ka ha llegado a nuestros días en las palabras "carácter" o "carisma". El ba suele equipararse erróneamente al alma, aunque no tiene nada que ver, pues se desarrolla a lo largo de la vida y se nutre de la experiencia diaria del individuo, por lo que contiene todos sus actos, incluidos los pecados, y será juzgada en la Sala de las Dos Verdades. No hay duda de que son complementarios. Ambos se separan cuando la persona muere, pues el ba es activo y el ka, pasivo, y se unen de nuevo en el Aj (o akh en otras lenguas europeas) cuando llega el momento de ascender al cielo.

      El Aj es representado como una cigüeña, una grulla o un ibis crestado, animales que viven en las llanuras del delta, entre la tierra y el agua. Hay quien considera que la entrada del Aj en el cielo como la esencia divina del individuo ha sobrevivido en la imagen de la cigüeña portando una vida nueva.

      El término Aj se convirtió en la raíz de otras muchas palabras, por ejemplo ajet, que significa horizonte, ajet-ajet, que se refiere a las estrellas en el cielo o Ajenatón, que quiere decir "beneficioso para Atón". (cf. Lambert, 2004).



      Para Franco, el Aj es el principio luminoso e inmortal que forma parte integrante del individuo. Las Aju son entidades sobrenaturales en las que se pueden manifestar los dioses o los muertos. (cf. Franco, 2000).  En cambio, para Florence Dunn Friedman, el concepto de Aj parece que no guarda ninguna relación intrínseca con el ave que lo representa, el ibis crestado, con lo que propablemente sólo mantuviera un vínculo fonético. El significado esencial de Aj era 'efectividad', tanto en los asuntos cotidianos de la vida como después de la muerte. En la vida de ultratumba, Aj designaba a un difunto transfigurado que, siendo capaz de moverse sin estorbos y de llevar a cabo todas las funciones físicas, era en efecto un difunto. A diferencia de las formas de ba y ka, se identificaba a menudo al individuo aj con la luz.

      En la esfera funeraria, Aj indicaba al difunto que se convertía en un ser efectivo por haber tenido las ofrendas apropiadas y haber sabido los ensalmos adecuados. Una persona fallecida se convertía en un aj después de ser enterrada según un rito fúnebre que hacía que el difunto se transformara en un aj, y que, ya desde la época del Período Dinástico Temprano, era ejecutado por un sacerdote sejen-aj ("un buscador del aj"). La fuente divina de la transformación en un Aj era invisible, reflejando así lo que Karl Jansen-Winkeln en 1996 calificó de una efectividad del Aj invisible, siendo su naturaleza oculta parte de su poder.

      En la esfera de los vivos, Aj normalmente se refería a 'la efectividad' de faraones, funcionarios o ciudadanos que actuaban en nombre de sus dioses, monarcas, señores u otros. Los miembros de todos los estratos sociales podían ser efectivos como Aj o tenían la posibilidad de llevar a cabo acciones o hazañas con la efectividad del Aj; no se trataba únicamente de hechos gloriosos o útiles,como a menudo se ha interpretado, sino de actos concretos que afectaban a la eternidad.





      Prácticamente en todos los períodos de los textos securales y religiosos del antiguo Egipto, el concepto de Aj operaba en una relación recíproca entre dios y faraón, entre padre e hijo. En los textos de las pirámides, el faraón en su forma de Horus se convertía en Aj a través de su padre, Osiris, del mismo modo que Osiris se convertía en Aj a través de su hijo Horus: "Es a través de ti [Osiris] a través de quién él [Horus] se ha convertido en aj". En un texto de los sarcófagos, el hijo se convertía en aj por el padre, y el padre por el hijo. En el Libro de los Muertos o Libro para salir al día, uno incluye al otro "de modo que así pueda ser un aj". La misma reciprocidad aparece en la literatura no funeraria: Ajenatón (o Akhenatón) se proclamó "hijo de la eternidad, descendiente directo de Atón [su padre] (el disco solar), aj para aquél que es aj para él".

      Unas nociones cósmicas primordiales del poder luminoso eran afines al concepto de Aj. Es objeto  de controversia si el concepto de efectividad del Aj era una proyección de los asuntos cotidianos y pragmáticos en la esfera cósmica, o viceversa. Gertie Englund se decantó por la segunda tesis y consideró que el significado original de Aj era una forma de poder creativo primordial relacionado con el nacimiento de la luz. De hecho, el Aj a menudo denotaba formas de luz real --como por ejemplo, las estrellas circumpolares (especialmente en los textos de las pirámides), el ojo solar y los rayos del Sol-- todas ellas formas intensificadas de la efectividad celestial; la luz del sol es una efectividad por excelencia, pues la luz, según aparece en los textos funerarios, alumbra y mantiene la creación todos los días.




      Las asociaciones luminosas del Aj se reflejaban en el entendimiento del difunto como Aj, que sería transfigurado en luz. Según los textos de los sarcófagos, el difunto decía "Re hace [distintas cosas] por mí y su aj está en mí" y "del mismo modo que todo aj conoce el nombre del brillante Sol, él conoce el suyo propio". En el Libro para salir al día se afirma que Re (o Ra) consideraba que ese Aj era él mismo, por lo que puede interpretarse que el difunto como Aj era los mismísimos rayos de Re. De este modo, el Aj se convertía en Re y en su emanación de luz, y por lo tanto en creador y en creación a la vez (cf. Bedford, 2003).


Tomado de: Lambert, Teodoro G. (2004). Dicccionario de los dioses y mitos del Antiguo Egipto. Barcelona: Océano; Franco, Isabelle. (2000). Pequeño diccionario de mitología egipcia. Barcelona: José J. Olañeta, editor; y Donald B. Redford (ed.). (2003). Hablan los dioses. Diccionario de la religión egipcia. Barcelona: Crítica. 


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