"Algunos fueron a cortar árboles de palma Ité, con el fin de conseguir la fruta y fueron a sus casas para comerla. (...) Había muchas mujeres y únicamente dos hombres. Cada hombre llenó una cesta y trepó a un árbol y comió, mientras las mujeres llenaban las curiaras con fruta; y los hombres vieron venir siete tigres de dos cabezas por la sabana y ellos llamaron a sus hermanos para indicarles que siete tigres estaban llegando.
Pero las mujeres se burlaron, ¡ja, ja, ja, ja!, y no atendieron a los hombres y los tigres llegaron y mataron a todas las mujeres y ellos hicieron un montón con todo el gran número de mujeres y cada tigre cargó con tantos cuerpos como pudo, en la cavidad que los tigres de dos cabezas tienen en el lomo, hasta que se los llevaron todos. Diez veces cargaron antes de terminar. (...)
Entonces los hombres bajaron.
Pero cada vez que los tigres regresaron, sus vientres estaban más llenos que la vez anterior; por esto, ellos venían muy despacio. Y los hombres iban huyendo, lejos, lejos, lejos en el monte; ellos corrieron, corrieron, corrieron. Y uno de los hombres estaba cansadísimo y cayó, y cuando se acercaron a la curiara, oyeron los tigres corriendo detrás de ellos, como perros.
Y cuando alcanzaron la curiara, el más débil se cayó, y los tigres estaban a punto de agarrarlo, pero otro lo arrojó en la curiara y cortó la cuerda. Y mientras ellos se alejaban, el tigre arañó el tronco de la curiara con las uñas, así. (El narrador rasguñó el suelo con sus uñas).
Y los hombres se fueron a sus casas y contaron a sus familias y estaban a punto de irse a buscarlos y ellos tenían tres curiaras muy grandes hechas de un árbol grande llamado Bisi, como botes con tallos cuadrados. Y ellos tenían un perro grande, tan grande como un caballo (...). Y ellos llevaron el perro donde estaban los tigres y el nombre de su dueño era Tiki Tiki Banna, porque él era un gran cazador de tigres.
Cuando ellos llegaron allá, desembarcaron primero al perro. Tiki Tiki Banna le dijo a su perro que ellos tenían que matar tigres y los dos se fueron.
Y el resto los siguió a distancia y cuando encontraron los tigres, sus vientres estaban llenos todos y ellos estaban echados vigilando.
Tiki Tiki Banna y el perro se pusieron a trabajar y los mataron a todos; y entonces él le dijo al perro: 'Ahora que has matado, debes comértelos.'
Así ellos dejaron al perro allí una semana y volvieron por él el lunes.
Tiki Tiki Banna fue solo y encontró al perro tan gordo que sólo quedó libre una pulgada a bordo cuando el perro fue embarcado en la gran curiara. Y él trajo al perro a casa y le construyó una casa grande, le puso el piso y se la dio al perro para él solo.
Tomado de: Fray Cesáreo de Armellada y Carmela Bentivenga de Napolitano (eds.) (1991). Literaturas indígenas venezolanas. Visión panorámica actual de las literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana.
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