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domingo, 3 de febrero de 2013

Mitos chinos: El Emperador Rojo, también llamado Emperador del Fuego y Deidad de la Agricultura



       "El Emperador del Fuego —Deidad de la Agricultura— tenía el cuerpo de persona y la cabeza de buey." Se ha dicho de él que "abrió nueve pozos al poco de haber nacido, y de todos ellos podía sacarse agua en cantidad". En una ocasión "Cayó del cielo una lluvia de mijo y la Deidad de la Agricultura se puso a arar al instante, y luego sembró aquellas simientes, y fabricó recipientes de barro y vasijas de metal, una hoz y un hacha, y con una laya y una escarda escardó las hierbas y los yuyos, y, pasado el tiempo, crecieron allí los cinco cereales en provecho de los hombres, amén de cientos de árboles, con sus frutos latentes en la flor." En otra parte se asevera que esta Deidad de la Agricultura estuvo "cortando con una fusta roja cientos de plantas y probándolas, y así llegó a saber cuáles eran letales y cuáles no, cuáles eran frías y cuáles calientes, qué olor y qué sabor tenían, y aprendió qué podían curar y distinguió qué plantas podían servir de alimento; a esto se debe que, desde entonces, se le conociera en todo el mundo por el sobrenombre de Deidad de la Agricultura." (Las genealogías históricas de los emperadores y de los reyes, de las Conjeturas acerca de la Historia, 4; Libro de los ríos, 'El río Liao'; Libro de la dinastía Zhou, en Conjeturas acerca de la Historia, 4; y Historias de espíritus y de deidades, I, de Gan Bao).

El Templo de la Tierra, Beijing, China
     
       En los Registros históricos de las maravillas del pasado, II, se dice que "En el collado que recibía el nombre de Olla de la Deidad, en Taiyuan, es donde se conserva aún el caldero en el que la Deidad de la Agricultura preparaba las medicinas. Por otra parte, el lugar donde dicha deidad fue cortando las hierbas con su fusta, sitio en el monte Chengyang, es el que pasó a llamarse Pradera de la Deidad de la Agricultura, por unos, y Monte de las Plantas y de las Medicinas, por otros. En fin, dice la tradición que mirando desde la cara sur de este monte se alcanza a ver el sitio —con alcanforeros de miles de años de antigüedad— en el que la Deidad de la Agricultura aprendió a distinguir unas plantas de las otras." Incluso se ha afirmado en el Libro del maestro Huainan que "Durante el tiempo que dedicó a distinguir las plantas por el sabor de sus jugos, la Deidad de la Agricultura probaba al día setenta que eran venenosas." Según dice la tradición, la Deidad de la Agricultura tenía un cuerpo de jade brillante y era capaz de verse los pulmones y el hígado y las cinco vísceras interiores del cuerpo, lo cual era totalmente cierto. ¿Cómo, si no fuera por tener un cuerpo de brillante jade, podría haber sido capaz de liberarse de las veinte plantas venenosas que probaba al día cuando investigaba las medicinas? La tradición afirma acerca del Emperador Rojo que era capaz de liberarse de las plantas venenosas que probaba, pero que, cuando llegó a haber probado cientos de ellas, se le coló en el estómago un ciempiés, y que cada uno de sus pies se convirtió en un gu, esto es, en un insecto altamente venenoso de la antigüedad usado en magia negra, y que el Emperador Rojo fue incapaz de deshacerse de ellos, lo cual le causó la muerte. 

       La Deidad de la Agricultura, también conocido como el Emperador del Fuego, era el sol. En este sentido, se dice que "El Sur está adscrito al elemento Fuego. Yan era su emperador (el Emperador Rojo) y, con su ayudante Brillo-Rojo, gobernaba el Verano. Llevaba aquél una balanza en la mano. (...) Brillo-Rojo tiene el cuerpo de cuadrúpedo y la cara de persona. Va montado en dos dragones." (Los debates en el Salón del Tigre Blanco, 'Los cinco elementos'; Libro del maestro Huianan, 'Astronomías'; y Libro de los montes y de los mares').

Altar del Dios de la Tierra, Templo de la Tierra, Beijing, China


       En el célebre Libro de los montes y de los mares se narra que "Tingyao, mujer del Emperador del Fuego (Emperador Rojo), descendiente del pueblo de los Chishui, fue la madre de Yanju, quien, a su vez, engendró a Jiebing, y éste a Xiqi, y Xiqui a Dragón Luminoso. Dragón Luminoso fue desterrado a bajar a vivir (a) orillas del río Jiang, donde engendró a Gonggong. Gonggong engendró a Shuqi, un hombre con la cabeza cuadrada y la coronilla plana que recuperó las tierras y la posición de que Dragón Luminoso había sido desposeído y que vivió a orillas del río Azul. Gonggong, además, fue padre del Señor del Suelo, quien a su vez fue padre de Yeming (una deidad del tiempo), que es quien engendró los doce meses que hay en un año. 

       En otra parte del famoso texto señalado se ha dicho que "Boling, nieto del Emperador del Fuego, tuvo comunicación con la mujer de Wuquan, que se llamaba Anuyuanfu, y quedó ésta preñada durante tres años, al cabo de los cuales parió tres varones: Gu, Yan y Shu. Shu es quien inventó la diana; Gu y Yan, quienes inventaron la campana y el método de composición musical." (...). Asimismo, se afirma que los Hombres Di, que tienen cara de persona y cuerpo de pez, "descienden de Linqi, uno de los nietos del Emperador Rojo, y pueden subir y bajar al Cielo."


Arrozal chino
       Nüwa se metió en cierta ocasión a nadar en el Mar del Oriente, y se ahogó: no salió jamás. Pero se transformó en el ave Jingwei y, a partir de entonces, se estuvo dedicando este ave a transportar ramitas y piedrecillas del monte Xi para tirarlas al Mar del Oriente, hasta que lo llenó."

       En los Registros históricos de las maravillas del pasado, I, se lee, con respecto a Jingwei: "Antiguamente, hubo una hija del Emperador de Fuego que murió ahogada en el Mar del Oriente. Aquella muchacha se transformó en un ave Jingwei, y se emparejó con un paíño. Tuvieron crías, y las hembras se parecían a las aves Jingwei mientras que los machos se asemejaban a los paíños.

       Actualmente, aún existe el lugar donde Jingwei hizo su llamada Promesa del Agua (la promesa de que nunca bebería de aquellas aguas, pues se había ahogado en su cauce); está en el Mar del Oriente. 

       A consecuencia de todo ello, se le dieron varios nombres, a saber, 'el Ave de la Promesa', 'el Pájaro Agraviado' y 'el Ave del Firme Deseo'. La gente también se refería a ella llamándola 'la golondrina que había sido hija de un emperador'."

       Volviendo al Libro de los montes y los mares, cabe destacar que éste cuenta que "A doscientas leguas más hacia el este se levanta el monte Guyao, que es donde murió la hija de un Emperador del Cielo; de ahí que se diga que está allí el 'Cadáver de la Mujer.'

      El caso es que su cadáver se transformó en una planta, que recibe el nombre de Yao, con unas hojas que nacen de dos en dos, con las flores amarillas y los frutos que se parecen a los de las cuscutas; quien la come es amado."



       En los Sucesos pasados del palacio de Zhu se nos relata una historia relativa a otra de las hijas del Emperador Rojo: "Una de las hijas del Emperador del Fuego, que se llamaba Esmeralda, había muerto antes de haberse casado y estaba enterrada en la cara sur del monte Chamanes; de ahí que la llamaran 'la Hija del Monte Chamanes'. Pues bien, ocurrió en cierta ocasión que Huai, Señor del reino de Chu, fue en viaje de placer hasta la cumbre del Tang y no había hecho más que soñar que se encontraba con la deidad cuando ya todo se oscurecía como cuando cae la niebla, para despejarse al punto todo como si las estrellas hubieran venido a ponérseles delante, y así siguieron viajando y viajando sin parar, como quien flota sin fin, y a cualquiera que se hubiera fijado bien le habrían recordado las formas de ella a las de Xishi", una concubina histórica nacida en Zhuluo que vivió a finales de la dinastía Zhou, en el período Primavera y Otoño. Es símbolo y personificación de la belleza femenina en China. 

       "Entusiasmado, el Señor quiso saber más.

       — Soy la pequeña del Emperador de la dinastía Xia —le contestó ella— y me llamo Esmeralda. Morí sin haber conocido varón. Mi túmulo está en el monte Chamanes; mi espíritu hun se transformó en una planta tan valiosa como los hongos de la inmortalidad: quien la come estando enamorado de alguien, sueña lo mismo que tú soñaste. Así que, ya lo ves, esa que llaman la Mujer del Monte Chamanes no es otra que Esmeralda, yo, la del monte Tang, quien, al enterarse de que pensabais subir hasta esta cima, deseó acercarse y verse con vos. 

       Al Señor le gustó ella. 

       —Aunque mucha sea mi belleza  —dijo la deidad—, en poco la tengo, y considero que mi verdadera buena fortuna ha sido el haber soñado hoy que me encontraba con vuestro espíritu, que era yo la elegida y que podría yo traerle hijos y nietos a este mundo, y criarlos entre el río Azul y el río Han. 

       El Señor aceptó agradecido el ofrecimiento.

       —Me hallará su majestad en la ladera sur del monte Chamanes —siguió ella antes de despedirse y partir— en lo más alto de un cerro sin piedras ni rocas, mirando la bruma al amanecer y subiendo y bajando en la lluvia al anochecer, así constantemente, siempre allí, por la ladera sur. 


Altar del Dios de la Agricultura, en Xiannongtan, China

       El Señor se llegó a donde ella había dicho y, al ver también lo que ella había descrito, mandó erigir un templo que pasó a llamarse 'El Mirador de la Bruma'. 

       Finalmente, en las Biografías de inmortales, I, se relata que "Vivió en tiempos de la Deidad de la Agricultura el maestro Pino-Rojo, un maestro que hacía las funciones de Señor de la Lluvia y sabía nutrirse de jade en polvo disuelto en agua —lo que enseñó a la Deidad de la Agricultura—. Era capaz de entrar en un fuego sin quemarse. Solía ir a las cimas de los montes Kunlun, donde se demoraba en compañía de la Reina Madre de Occidente en su habitación en la roca. Subía y bajaba flotando en el viento y en la lluvia. Seguidora suya fue la hija del Emperador del Fuego, quien logró la inmortalidad y abandonó este mundo."

       Se consideraba que el jade era un mineral dador de la inmortalidad ingerido en determinadas condiciones. Así lo afirma Ge Hong: 'El jade, ya sea ingiriéndolo molido o bebiéndolo con agua, conduce a las personas a la inmortalidad'. 



Tomado de: Gabriel García-Noblejas Sánchez-Cendal (ed.). (2004). Mitología china clásica. Madrid: Trotta y Edicions de la Universitat de Barcelona. 


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